En el entorno médico, cuando un problema de salud deja de manifestarse de manera aislada y comienza a repetirse con sintomatología similar en un número cada vez más extenso de pacientes, ese mal, hasta entonces caprichoso, se convierte en una enfermedad y se bautiza con una terminología determinada. Haciendo un símil podríamos decir que FinOps es el nombre con el que la industria aborda la enfermedad del mal rendimiento de la tecnología en las organizaciones y sus consecuencias para el negocio. Pero surge la paradoja de que FinOps se nos presenta al tiempo como antídoto y cura.
Comparando la situación con un problema médico, para abordar una enfermedad de manera efectiva, es esencial comprender sus causas y raíces en lugar de centrarse exclusivamente en los síntomas. Pero FinOps, actualmente, carece de los especialistas necesarios para abordar esta labor. Introducir lo financiero en esta ecuación es aceptar la enfermedad como crónica y hace pensar más en cómo gestionar los costes que va a suponer asumirla que tratar de buscar su erradicación. Y digo lo de un mal crónico porque el auge de la nube ha exacerbado los desafíos del bajo rendimiento tecnológico, ya que muchas organizaciones han adoptado estrategias de transformación digital sin estar bien preparadas y comprender completamente todos los costes involucrados.
Desde mi punto de vista y creo que aglutino también la opinión de muchos profesionales, FinOps, tal y como está orientada ahora, puede considerarse un nuevo reto en lugar de una solución, ya que esos sobrecostes han obligado a la industria a analizar la tecnología desde un punto de vista exclusivamente financiero, alejándola de la que debería ser su verdadera función: una palanca de la dirección estratégica del negocio, misión que debería guiar las inversiones en ella.
Un dato importante es que menos del 20% de las grandes organizaciones en nuestro país están abordando estrategias FinOps eficaces y alineadas con los objetivos empresariales y esto refleja la falta de herramientas adecuadas para abordar la raíz del problema. Para que FinOps sea eficaz, debe incluir metodologías sólidas, herramientas capaces de rastrear y eliminar errores y detectar oportunidades de ahorro, y respaldadas por profesionales capacitados.
Pérdida de control
La tremenda complejidad de las arquitecturas en la nube ha convertido este entorno en un verdadero “quebradero de cabeza” para muchas organizaciones con dificultades para gestionarlo, y ello provoca también una progresiva pérdida de control sobre su propia tecnología a favor de los proveedores de cloud, los propios hiperescalares y empresas terceras; actores que, paradójicamente, empujan la implantación de FinOps.
De hecho, la complejidad de las distintas arquitecturas que conviven en la nube ha activado el incremento notable del coste de operación/explotación, ya que numerosas organizaciones han tenido que pasar de modelos internos de equipos cohesionados y enfocados al mantenimiento de los sistemas a un coste predecible, a un modelo de dependencia de “expertos” en una o varias arquitecturas concretas, pero sin visión global de todas las que componen la infraestructura de la organización. Ello hace que sean empresas externas las que propongan y aporten esos expertos con el consiguiente crecimiento de los costes, una pérdida del control de la explotación y, en numerosas ocasiones, incluso la creación de tareas nuevas en la infraestructura que la propia organización desconoce.
Como expertos en rendimiento, nuestra estimación es que las empresas asumen unos sobrecostes de en torno al 45% en sus proyectos de migración a la nube, resultado de la réplica de las ineficiencias en este entorno y de los costes ocultos de los servicios cloud. Esta “enfermedad” se debe a la inexistencia de una verdadera cultura del rendimiento capaz, como en práctica médica, de identificar, analizar, medir y corregir cualquier disfunción de manera eficiente. Mientras esta metodología no exista y se aplique con rigurosidad, los costes ocultos de los servicios cloud seguirán emergiendo de manera imprevista, reflejando los picos inesperados de procesamiento por la elevada complejidad del entorno y a la necesidad de pujar a altos precios y a contrarreloj a profesionales especializados y escasos en el mercado para resolver la situación, y así hasta el siguiente incidente.
Sin duda, las organizaciones están ante un desafío importante al que, a medida que la tecnología evoluciona y se vuelve más compleja, es esencial buscar soluciones efectivas, en lugar de centrarse únicamente en la gestión de los costes. De nuevo, amparándonos en la terminología médica, ante un problema grave, es crucial mantener la esperanza y también buscar opiniones profesionales adicionales, ya que esto puede marcar la diferencia en la vida de una organización.
Ángel Pineda, CEO de Orizon